Fabiola Pomareda /
pomaredafabiola@gmail.com
La falta de control y
acciones del Estado durante años y la ausencia de una legislación
actualizada ha permitido que unos pocos grupos de poder económico en
Costa Rica concentren varios canales de televisión y frecuencias de
radio.
Los mismos datos
actualizados de concesionarios de frecuencias en AM, FM y canales de
televisión, provistos por la Superintendencia de Telecomunicaciones
(SUTEL) así lo muestran. Para el 2016 había en el país 74
frecuencias de radio AM; 55 en FM y 73 frecuencias televisivas.
Otoche SRL tiene 5 canales de televisión; The Worldwide University
Network Radio tiene 7 frecuencias de radio;
y la Iglesia Católica 8
frecuencias y 2 canales. La Televisora Cristiana TBN o Enlace TV
tiene 7 canales. Pero el caso más claro sigue siendo el de la
empresa Representaciones Televisivas (REPRETEL), que tiene 8 canales
de televisión y 13 frecuencias de radio, incluyendo a su subsidiaria
Sociedad Central de Radios CDR S.A (Ver cuadro).
La concentración de la
propiedad de medios en radio y televisión en Costa Rica -al igual
que en el resto del mundo- es de suma importancia en el debate actual
sobre libertad de expresión y derecho a la comunicación, en cuanto
influye en el mensaje que dan estos medios a través de sus programas
y con las noticias que difunden, acordes con sus intereses.
Es de importancia porque
son las empresas mediáticas más fuertes las que controlan lo que
cada vez mas personas ven, escuchan o leen, debido a los volúmenes
de audiencia que manejan. Eso también significa, como han explicado
expertos, que controlan lo que piensa la gente: es un tipo de
programación mental. A través del control del espectro
radioeléctrico, un bien público, nos muestran el mundo a través de
un solo un lente, que refleja una realidad muy limitada.
Concentración de la
propiedad de los medios
¿Cuántas frecuencias
son concentración? Aunque no existe una definición última de
concentración, la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión
de la Organización de Estados Americanos (OEA) señala que el
pluralismo es un espacio en el que se desarrolla una amplia gama de
valores sociales, políticos y culturales, opiniones, información e
intereses, que encuentran un espacio de difusión a través de los
medios de comunicación. Según la Relatoría, la concentración es
concebida como la negación de la pluralidad, signo distintivo de la
libertad de expresión. Dentro de este marco, se ha señalado que
“sin pluralidad de voces y opiniones, los medios de comunicación
masiva no pueden desarrollar un papel positivo dentro de una
democracia” dado que “el pluralismo es una regla fundamental
dentro de las políticas [...] vinculadas a los medios de
comunicación social”.
Según lo dispuesto en
el artículo 56 de la Ley General de Telecomunicaciones de Costa
Rica, de 2008, se entiende por concentración “la fusión, la
adquisición del control accionario, las alianzas o cualquier otro
acto en virtud del cual se concentren las sociedades, las
asociaciones, las acciones, el capital social, los fideicomisos o los
activos en general, que se realicen entre operadores de redes y
proveedores de servicios de telecomunicaciones que han sido
independientes entre sí”.
“Previo a realizar una
concentración, los operadores de redes y los proveedores de
servicios de telecomunicaciones deberán solicitar la autorización
de la Sutel, a fin de que 28 esta evalúe el impacto de la
concentración sobre el mercado. Dicha autorización se requerirá
con el fin de evitar formas de prestación conjunta que se consideren
nocivas a la competencia, los intereses de los usuarios o la libre
concurrencia en el mercado de las telecomunicaciones”, continúa.
Recientemente se le
consultó a la SUTEL cuáles eran los índices que manejaban ellos de
cuánto era técnicamente
concentración. A través de su encargado de prensa respondieron lo
siguiente:
“Para analizar la
concentración del espectro como un recurso se utiliza el índice de
Herfindahl (HHI) o índice de Herfindahl-Hirschman que consiste en
una suma del cuadrados de la cantidad de asignaciones del recurso que
se está valorando”. Esa definición fue bastante confusa.
¿Quién dice que hay
concentración?
En Costa Rica "existe
una evidente concentración de las frecuencias más rentables para la
provisión de servicios de telecomunicaciones en unos pocos
concesionarios, algunos de los cuales deberán ser motivo de estudios
específicos para determinar la congruencia entre el título de
servicio privado y el uso real que se le da a las respectivas
frecuencias". Así lo señala el Informe Nº DFOE-IFR-IF-6-2012
del 30 de julio de 2012 de la Contraloría General de la República.
Lo comprobó igualmente
una investigación de la periodista Gianina Segnini, quien elaboró
el capítulo de Costa Rica del libro “Los monopolios de la verdad.
Descrifrando la estructura y concentración de los medios en
Centroamérica y República y Dominicana”.
“En Costa Rica”,
señaló, “cinco grupos empresariales concentran dos o más
frecuencias de radio”. Segnini, experiodista del diario La Nación,
actualmente dirige la Maestría de concentración de datos en la
Escuela de Periodismo de la Universidad Columbia, en Nueva York.
Otra investigación
también detalla que en la última década ha aumentado la
concentración de la propiedad en la radio en Costa Rica y esto ha
estado determinado por la trasnacionalización de los medios, que
después de distintos procesos de compra-venta, fusiones y
adquisiciones, han pasado a formar parte de grandes conglomerados
transnacionales. Se trata del artículo “Los dueños de la palabra
en Costa Rica en un contexto de reforma neoliberal”, de Francisco
Robles Rivera y Koen Voorend publicado en la revista Rupturas de la
Universidad Estatal a Distancia (UNED) en el 2012.
¿Por qué se ha dado?
Una de las razones de la
concentración de medios de comunicación tiene que ver con el
desorden con que se ha manejado el espectro radioeléctrico en el
país; es decir, esa especie de carretera por donde viajan las ondas
radiales y las señales televisivas.
Una de las conclusiones
del “Informe técnico sobre el uso y asignación del espectro
radioeléctrico en Costa Rica” es que “El control del espectro
fue escaso, lo que facilitó el otorgamiento de frecuencias demasiado
amplias y prácticamente gratuitas para usos tecnológicamente
inadecuados, permitió numerosos incumplimientos de los
concesionarios en cuanto a los usos y condiciones establecidas en las
licencias, traspasos y cesiones de títulos sin contar con las
debidas autorizaciones, alquileres de frecuencias, concentraciones de
frecuencias, uso ineficiente de las mismas, entre otros.”
Dicho informe fue
elaborado en el año 2009 por el Programa Sociedad de la Información
y Conocimiento (PROSIC) de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Según otra
investigación sobre la radiodifusión en Costa Rica, realizada
también por el PROSIC, los grupos o cadenas radiales empezaron con
una emisora matriz consolidada históricamente, y a partir de ahí se
expandieron comprando y renovando otras emisoras.
Lo cierto es que la
forma en que las frecuencias radiales en Costa Rica han pasado de
mano en mano denota una curiosa promiscuidad, por la manera en que
han sido “cedidas” sin ningún control y por los montos ridículos
que el Estado ha recibido por estas concesiones de un bien público,
propiedad de toda la sociedad costarricense, como lo es el espectro
radioeléctrico.
Por otra parte, en la
última década ha aumentado la concentración de la propiedad en la
radio determinado por la trasnacionalización de los medios, que
después de distintos procesos de compra-venta, fusiones y
adquisiciones, han pasado a formar parte de grandes conglomerados
transnacionales. Así lo detallan Francisco Robles Rivera y Koen
Voorend en su artículo.
El libro “Los
monopolios de la verdad. Descrifrando la estructura y concentración
de los medios en Centroamérica y República y Dominicana” también
confirma que existe una importante penetración extranjera en Costa
Rica, tanto en la propiedad de las emisoras como en los contenidos de
los canales.
Esta investigación del
fondo The Trust for the Americas y el Instituto Prensa y Sociedad
apunta a que en Costa Rica la radio llega a muchos hogares “ticos”;
sin embargo, no existen tantas emisoras como en otros países de la
región.
¿Cómo ocurrió
exactamente? (Ver cuadro)
Para el historiador y
escritor Oscar Aguilar Bulgarelli, en efecto en Costa Rica hay una
indiscutible concentración de medios de comunicación, y
especialmente el fenómeno se ha dado en la radio y en la televisión
en los últimos años.
Desde que empezaron a
operar las primeras radios a partir de 1930 y hasta entrada la década
de los 90, había emisoras individuales, muchas de ellas familiares.
“Se sabía cuál era
la emisora de los Aguilar, de los Barahona, de los Sotela, de los
Alfaro; y a. través de sus noticieros había diferentes maneras de
pensar, desde posiciones de extrema derecha hasta de la extrema
izquierda. La radio ofrecía un ámbito muy amplio de programas de
opinión, de discusión. Es decir, la radio era realmente una radio
muy democrática”, enfatizó Aguilar.
En 1920 Armando Céspedes
Marín construyó su primera estación de radio de comunicación
internacional conocida como “La Voz de Costa Rica”, la cual
perfeccionó y se convirtió en la primera radioemisora de onda corta
que se estableció en América Latina. Así lo registra Enrique Tovar
en su artículo “Cronología de la radiodifusión en Costa Rica”.
En diciembre de 1927 Céspedes hizo la primera transmisión de onda
larga del país.
Radio Athenea, por
ejemplo, era propiedad de Rogelio Sotela Bonilla y se mantuvo activa
hasta la década de 1970. Fue la primera en sostener la transmisión
diaria durante las 24 horas, según Tovar.
Sin embargo, la entrada
de la televisión al país afectó a la radio en lo financiero y, de
acuerdo con Aguilar, esto significó el inicio de la concentración
en la radio, tanto por una razón económica como tecnológica,
porque empezaron a instalar las repetidoras. Esto hizo que algunas
cadenas como Radio Columbia y Radio Monumental empezaran a concentrar
frecuencias, aunque sus noticieros se mantenían independientes uno
del otro.
Radio Columbia, por
ejemplo, nació en los años 50s como una emisora capitalina que
cubría 10 cuadras a la redonda. Según el artículo “Ida y vuelta
el liderazgo en la historia del Grupo Columbia”, don Francisco
Córdoba fundó la radio y posteriormente ésta fue comprada por el
empresario Carlos Alfaro McAdam. En los 60s nace la idea de las
repetidoras para ampliar la cobertura y surgen así emisoras Columbia
en Puntarenas, Liberia, Nicoya, Turrialba, San Isidro de El General,
San Carlos y Limón.
La expansión de la
empresa comenzó en 1975. Primero con la creación de Columbia
Estéreo y luego con Radio Uno. Varias personas de cierta edad
recordamos el famosísimo “Concierto para enamorados”, con Rupert
Alvarado con su “Amor en el aire...”; o mejor aún, “Los 30
rapiditos de Tosty”. En el 2007 Columbia vende Radio Uno a Central
de Radios.
Posteriormente, a fines
de los 90s y después de la quiebra de las empresas de Calixto
Chavez, varias emisoras, junto con otras empresas de Chavez, pasaron
a ser propiedad del grupo económico de don Óscar Arias Sánchez,
según Aguilar. Luego estas emisoras fueron vendidas -específicamente
la cadena de Radio Monumental-.
Radio Monumental fue
fundada por don Gonzalo Pinto Hernández en 1929 y quedaba en el
centro de Tibás. Después de su muerte, su hijo traslada la emisora
a San José y puso la famosa pizarra fuera del edificio. En 1999
Radio Monumental pasa a ser Grupo Monumental y lanza ZFM, de música
latina. Empieza a alquilar espacios a Radio Fabulosa y Radio
Favorita. Luego lanzan Exa... En fin: en el 2004 asumen la operación
de Radio Reloj y Radio Emperador y continúan los cambios.
Mientras esto ocurría
por un lado, por otro surgió Central de Radios en el 2006 y sacó al
aire Radio Disney. En setiembre del 2006 Central de Radios adquiere
Grupo Monumental. En la reseña histórica publicada en la página
web de CDR se cita: “Al formar parte de Central de Radios nos
hacemos 'hijos' de una corporación mayor a nivel internacional, Alba
Visión”.
Entre los grupos
radiofónicos del país, Central de Radios (CDR), de Representaciones
Televisivas S.A. (Repretel), es el más grande y de mayor audiencia
en Costa Rica, como ellos mismos se definen. Agrupa a emisoras como
Best (103.5FM), Disney (101.1FM), La Mejor (99.1FM), Reloj (94.3FM),
Zeta (95.1FM) Monumental (93.5FM), Exa (102.7FM), Radio Managua (670
AM), Radio Pacífico (730AM) y Planchaton (980AM), entre otras.
“El grupo Central de
Radios realmente es la concentración de frecuencias de radio más
grande que hay en el país. Además, paulatinamente ha ido
concentrando la opinión que se emite por esas frecuencias. Los
programas de opinión libres e independientes prácticamente quedan
bajo una misma forma de pensar”, añadió Aguilar.
“Hace algunos años
Costa Rica tenía 80 emisoras de radio; hoy esas emisoras
individualizadas no llegan a 40”, agregó. Para él, la
concentración es preocupante además porque las emisoras que se
dedicaban a la parte informativa, formativa y de opinión
prácticamente quedaron concentradas en un sólo grupo mediático.
“Me parece que en este
momento la única emisora que prácticamente queda con un criterio y
una actitud más amplia es Radio Gigante y la 107.1, que por un
sistema meramente de comercialización, porque venden los espacios,
tienen programas de noticias y de pensamiento diferente. Competir en
ese caso con los grandes medios concentrados en empresas es sumamente
complejo”, fustigó.
En el caso específico
de la televisión, ésta comenzó sus emisiones en Costa Rica en 1960
y quedó organizada bajo un régimen privado con fines de lucro. Una
medida que alteró el panorama y tuvo un fuerte impacto en la
televisión fue permitir el ingreso de capitales extranjeros en el
sector. A esto se le suma un histórico déficit en producción de
contenidos de televisión, lo cual hace al país altamente
dependiente de la producción extranjera.
Para Aguilar, en Costa
Rica es verdaderamente preocupante la concentración en la propiedad
de los canales de televisión.
“En este país la
gente ve mayoritariamente a través del VHF, o sea, ve los canales
del 2 al 13. de esos canales en este momento salvo el canal 7 y el
canal 13, todos los demás pertenecen a Repretel porque esta empresa
concentra la mayor cantidad de canales de televisión que hay en el
país. Si usted ve canal 6 es cierto que hay noticieros diferentes
que en el 11; pero acaban de hacer una reforma para tener una sola
plataforma de información y personal y a partir de ahí se nutre
editorialmente a ambos canales. A su vez es la que dicta la línea de
pensamiento a Central de Radios y eso genera uniformidad de
pensamiento, a una sola manera de ver las cosas”, resaltó Aguilar.
El conglomerado Repretel
empezó sus actividades en 1993 y 22 años después posee 13 emisoras
de radio (de Central de Radios) y 8 canales de televisión, que
incluyen a las repetidoras. Repretel forma parte de Alba Visión,
operadora de televisión y radio, propiedad del empresario mexicano
Ángel González y conformada por 26 canales de televisión y 82
estaciones de radio en Centroamérica y Sudamérica, como confirma el
documento “La radiodifusión en Costa Rica”, del Programa de la
Sociedad de la Información y el Conocimiento de la Universidad de
Costa Rica (PROSIC).
Otro caso es el de la
Televisora Cristiana TBN o Enlace TV. En 1981, Jonás González
Rodríguez visita la NASA en Houston, Texas y allí tiene la visión
para construir una red de televisión cristiana latinoamericana.
Recibe este llamado de parte de Dios, según se indica en la página
web de la empresa. En 1986 le dan la frecuencia del canal 23. En
1988, Paul Crouch, presidente de Trinity Broadcasting Network (TBN),
dona un transmisor de 10 watts, al canal 23. La primera señal fue
emitida desde el Barrio Los Ángeles en San José, en lo que fueron
las instalaciones de la fábrica de pastas Lucema.
En 1992 se instalan
repetidoras en Limón, Santa Elena y Cerro de la Muerte. Se inicia la
construcción del primer estudio de canal 23. Entre 1996 y el 2007
empieza a transmitir con distintos satélites para llegar a más
regiones del mundo. Actualmente, Enlace tiene más de 5,000 puntos de
transmisión en 120 países, y cubre al mundo a través del Internet.
Más concentración =
menos diversidad
La concentración de
medios de comunicación en pocas empresas de poder económico influye
en el contenido; en lo que vemos y escuchamos, afirman expertos. Se
refleja a nivel de información y de discurso en Costa Rica.
En Costa Rica la radio
sigue llegando a muchos hogares; pero como muestran los datos, en los
últimos años se ha dado un incremento en las fusiones y
adquisiciones por parte de las principales empresas; las radios
comunitarias tienen poco peso; los montos que pagan los
concesionarios por las frecuencias de radio son mínimos; no existe
claridad en los trámites para usar o traspasar las frecuencias; y
existe una importante penetración extranjera en la propiedad de las
emisoras. Todo esto tiene un impacto en lo que escuchamos y en lo que
se permite -y es viable- producir desde el punto de vista
radiofónico.
A más de una persona
-de esas que aún escuchan radio- le pasa que mueve la perilla de un
lado a otro del dial y le cuesta un mundo encontrar música nueva, o
programas de debate o noticias que de veras le hagan querer quedarse
en esa radioemisora. Mucha gente ya no escucha radio porque le da
pereza que algunas parrillas tienen la misma música de hace 20 años
o porque lo que se está transmitiendo no tiene absolutamente nada
que ver con su cotidianeidad, con su comunidad, con sus intereses.
Según investigaciones
de la Red de Medios e Iniciativas de Comunicación Alternativa
(RedMICA), un 73% de las frecuencias de FM en Costa Rica se usan con
fines comerciales, un 9% con fines religiosos, un 4% para uso mixto y
el 5% para fines públicos o comunitarios. Un 71% de la franja AM se
usa para fines comerciales, un 21% para religiosos y un 4% para fines
públicos, en su mayoría por medios que repiten contenidos de FM o
se encuentran fuera del aire. En el caso de la banda de televisión,
el 78% de los canales matriz son de índole comercial, el 17% de
índole religioso y el 5% son de carácter público.
De hecho la RedMICA
presentó a la ciudadanía costarricense un proyecto de Ley
Participativa de Radio y Televisión, que entre muchas otras cosas,
propone un límite a la concentración. En dicho texto establece que
“se prohíbe la concentración de frecuencias de radiodifusión
sonora y televisiva”.
Señala que “existe
concentración de frecuencias cuando una misma persona física o
jurídica o un mismo grupo económico posea, controle o explote, ya
sea directamente o mediante una tercera persona más de tres
frecuencias principales de televisión analógica con sus respectivas
repetidoras; más de tres canales de transmisión de televisión
digital terrestre, con sus respectivas repetidoras; más de cuatro
frecuencias de radio con sus respectivas repetidoras en FM; o más de
cinco en la banda AM”.
En el caso de la
televisión, la concentración también influye en lo que vemos en la
pantalla; pero más aún, se homogeneiza lo que la gente opina y se
van normalizando actos, eventos, actores.
Adrián Vergara,
profesor universitario y experto en análisis de discurso, explicó
que si uno pasa de un canal a otro puede ver que los mismos
acontecimientos son lo único que es noticia, como si en el país no
pasara nada más.
“El problema que yo
veo es que la perspectiva en que se cuentan o reconstruyen esos
acontecimientos es la misma y lo vemos en los canales de televisión,
incluso entre empresas distintas. Si vemos la reconstrucción que se
hace de un acontecimiento en Teletica, es muy similar a la que se
hace en Repretel o en La Nación. Se va construyendo el mismo
discurso y no tenemos voces distintas”, señaló.
Si bien existen voces o
fuentes distintas en el país, y medios que presentan los mismos
acontecimientos desde otra perspectiva o presentan otros
acontecimientos, éstos no tienen el mismo alcance que Repretel,
Teletica, La Nación o Grupo Extra, dijo Vergara en entrevista.
“Ese acaparamiento de
todo el mercado en unas pocas empresas le hace muy mal a la
posibilidad de escuchar diversidad de discursos sobre lo que está
pasando en Costa Rica, a nivel informativo por lo menos”, agregó.
Por su parte, el
profesor universitario e investigador Carlos Sandoval, afirmó que
“una estructura oligopólica tiene influencia en la oferta y
estamos ante una oferta muy poco diversa”.
“Cuanto más
concentrada está, menos diversa es la oferta. No garantiza la
diversidad de contenidos, que es un derecho que tiene la ciudadanía.
Es algo que tiene que ser tutelado. Si los medios exigen rendición
de cuentas a las clases políticas, debería también se les debería
exigir rendición de cuentas a los medios. Es importante que los
medios le expliquen a la sociedad cuáles son los criterios bajo los
cuales definen prioridades en términos de oferta programática o de
parrilla”, argumentó Sandoval.
Oscar Aguilar
Bulgarelli, quien es uno de los fundadores del Sistema Nacional de
Radio y Televisión (SINART), comentó que la relación evidente
entre la línea editorial de varios periódicos de circulación
nacional y de la línea editorial de los canales de televisión de
más audiencia, “nos hace que estemos viviendo una conformación de
la manera de pensar del costarricense que a nivel mundial se conoce
como el pensamiento único, y es el pensamiento orientado hacia el
neoliberalismo”.
“El costarricense
tiene 30 años de estar recibiendo una enorme cantidad de información
orientada ideológicamente hacia los postulados económicos y
políticos del neoliberalismo y por eso es que a la gente se le da
apenas lo necesario para que conozca lo que está sucediendo; pero no
para que pueda tener un criterio propio”, dijo Aguilar, quien está
escribiendo un libro que se llama “Costa Rica: dictadura
mediática”.
Barrera al ejercicio de
la libertad de expresión
La tendencia monopólica
en los medios de comunicación en el país -tanto en televisión y
radio como en prensa- riñe con los principios de equidad,
representación y democracia de los que tanto se jacta Costa Rica.
La concentración
mediática es una de las principales barreras al ejercicio de la
libertad de expresión porque es un obstáculo para la diversidad de
medios y el pluralismo de ideas e informaciones. Esto lo ha afirmado
también el Observatorio Latinoamericano de Regulación, Medios y
Convergencia (OBSERVACOM).
En otros países de
América Latina, como Perú, Chile, Argentina, Colombia, Ecuador,
Brasil, México, Uruguay y El Salvador se están dando intensos
debates sobre la necesidad y legitimidad de políticas públicas
aplicadas por el Estado para evitar el acaparamiento de los medios,
por el impacto que representa en la calidad del debate democrático.
“Existe un vacío
respecto a temas centrales como cuáles serían las medidas adecuadas
para prevenir y disminuir la concentración, incluyendo la propiedad
cruzada, el establecimiento de reservas del espectro para medios
sociales y comunitarios, las acciones afirmativas para promover al
sector comunitario y el sector público no gubernamental, entre otros
temas”, afirma Gustavo Gómez, Director General del OBSERVACOM,
quien visitó el país el año pasado.
Por su parte, Omar
Rincón, director del Centro de Estudios en Periodismo (CEPER) de la
Universidad de Los Andes, Colombia, quien dio la conferencia “¿Cómo
democratizar la comunicación?”, el 3 de diciembre pasado, en la
Universidad de Costa Rica (UCR), la empezó diciendo: “La libertad
de expresión es la cancha donde se juega la democracia”.
“Este es el reto:
lograr que los ciudadanos entiendan lo que significa la libertad de
expresión”, subrayó Rincón.
“Para esto es
necesario que se negocie y se discuta sobre estos asuntos. Temas como
el sistema de medios de cara a la convergencia digital, comprender la
libertad de expresión, no como un control a los contenidos sino a la
generación de más medios, la importancia de evitar la concentración
en los medios privados, encontrar una forma de financiamiento de los
medios públicos que sea sostenible y lograr, también, el
financiamiento y la creación de espacios para los medios
ciudadanos”, dijo Rincón.