![]() |
Foto: Cortesía Semanario UNIVERSIDAD |
Por Fabiola Pomareda
La lucha contra el Combo del
ICE fue el momento en que el desencuentro se radicalizó en Costa Rica. Las
manifestaciones contra la aprobación legislativa del proyecto de transformación
del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) hace 15 años mostraron la
profunda desvinculación entre la dirigencia política de Costa Rica y la gente.
Hoy hacemos memoria.
Muchas veces se ha dicho que las
protestas sociales empezaron a mediados de marzo del 2000 cuando los
agricultores bloquearon la carretera a Cartago en el Alto de Ochomogo; pero
todo empezó a gestarse mucho antes.
Antes del año 2000 hubo varios
intentos de debilitar, vender o regalar el ICE, como con el caso Millicom a
fines de los 80s y principios de los 90s. Fue en el primer gobierno de Oscar
Arias cuando mediante un decreto ejecutivo, se le permitió a Millicom operar en
el país, usando la frecuencia para operar telefonía celular. A fines de 1993 la
Sala Constitucional emitió un dictamen y se ordenó a Millicom suspender
operaciones en el país. En todo momento la dirigencia sindical y los y las trabajadoras
del ICE, mantuvieron una constante oposición y procuraron el apoyo nacional.
En 1999 empecé a trabajar como
reportera en el Semanario UNIVERSIDAD y recuerdo que desde ese año el periódico
ya se dedicaba de lleno a cubrir cualquier posibilidad de apertura,
privatización de los mercados o venta de activos del ICE, las denuncias acerca
de los peligros ambientales provocados por la generación eléctrica privada o la
producción geotérmica en Parques Nacionales y la posibilidad de un aumento
desmesurado en las tarifas eléctricas.
Pero la gota que derramó el
vaso fue la introducción a la corriente legislativa del proyecto de “Ley para
el Mejoramiento de los Servicios Públicos de Electricidad y Telecomunicaciones
y de la Participación del Estado”, un plan que fundía tres proyectos y que
venía a desmantelar al ICE, a privatizar las telecomunicaciones y a ampliar la participación privada en la
generación de energía.
Las luchas contra el Combo
simbolizaron el hartazgo de esa época y el final desencuentro entre los
estamentos políticos y la realidad de la gente. Todo el país se levantó.
Lo que pasó: 17
días de protestas
Cubrimos los días del Combo en
el Semanario UNIVERSIDAD, los periodistas William Vargas, María Florez-Estrada,
Eduardo Ramírez, , Rafael Ugalde; y en los días de las protestas sociales se
sumó todo el equipo, Fabiola Ruiz, Lisbeth Huertas, Carlos Alvarado, Bértold
Salas, Paulo Aguilar, Gilberto Lopes y muchos otros.
Estábamos en el gobierno
neoliberal de Miguel Ángel Rodríguez cuando el 20 de marzo del 2000 se aprobó
en primer debate el "Combo energético", con el voto de 45 diputados
del "PLUSC" (PUSC +PLN). Para esto se usaron tácticas que se pueden
calificar de autoritarias para forzar el debate y la aprobación en la Asamblea
Legislativa, cuya implementación estuvo a cargo del presidente del directorio
legislativo en ese momento, Carlos Vargas Pagán, con el respaldo de la mayoría
mecánica del "PLUSC". Me refiero a la realización de sesiones maratónicas,
el desalojo de las barras donde el público observa las sesiones del plenario,
la toma de las instalaciones legislativas por fuerzas policiales y la misma votación
del 20 de marzo.
Esto constituyó en última
instancia el detonante de la desobediencia civil masiva. La explosión fue inorgánica
y casi espontánea. Se manejaron unos niveles de conciencia como nunca antes.
El documental “Combo
Callejero”, producido por Pablo Cárdenas, es una memoria de esta movilización
social:
Empezó entonces la quemazón de
llantas. Se dio un levantamiento popular y de resistencia. Se usaron métodos de
desobediencia civil pacífica como los paros laborales, las huelgas, las
concentraciones y marchas, las vigilias de oración, las caravanas de automóviles,
los bloqueos de calles, la huelga de hambre, la recolección de firmas, la
publicación de manifiestos en periódicos y la distribución de volantes.
La gente bloqueó el puente sobre
el río Tempisque, la calle frente a la sede de la UCR en Liberia, hubo tomas de
puentes en Pérez Zeledón, en el Alto de Ochomogo. Decenas de comunidades hartas
de lo que estaba pasando políticamente salieron a la calle en Guanacaste, Limón,
Puntarenas y la Zona Sur. Y que se diga en San José.
Los y las protagonistas: Trabajadores
del ICE y del resto del sector público, ambientalistas, estudiantes
universitarios y de secundaria, pastorales sociales, agricultores, artesanos, intelectuales
y profesionales.
La marcha del 23 de marzo del
2000 ha sido una de las manifestaciones más importantes de la historia.
Se quebró el sistema. Llegó a
haber hasta 17 bloqueos simultáneos en todo el país. Luego vino la violencia;
todas las acciones de bombardeos con gases lacrimógenos, garrotazos y arrestos,
ordenadas por el entonces Ministro de Seguridad Rogelio Ramos.
Toda esta movilización obligó
al poder político a retirar de la agenda legislativa el controversial proyecto.
El día 4 de abril el Gobierno accedió a conformar una Comisión Especial Mixta
para analizar el futuro del ICE. Posteriormente, una resolución de la Sala IV
declaró inconstitucional el primer debate en que se había aprobado el proyecto,
por razones de procedimiento.
No fue la batalla
final
José Merino del Río, quien en
esa época era diputado de Fuerza Democrática, lo resumió muy bien en una
compilación publicada por la Revista Aportes, en el año 2000, y titulada “De
Combo en Combo, lecciones importantes”.
Escribió Merino, presidente
fundador del Frente Amplio: “La lucha popular se dio en el contexto de un
profundo malestar de un creciente número de personas con las políticas
neoliberales y la corrupción”.
En esos años, los políticos
tradicionales estaban bajo una permanente sospecha de la población, que los
hacía responsables por el deterioro de sus condiciones de vida -la economía crecía;
pero la riqueza no se redistribuía-, y por numerosos casos de corrupción que
comenzaron con el fraude del Fondo de Emergencias, con los Incentivos
Turísticos, el Fondo de Desarrollo Agrícola (FODEA), el Banco Anglo, BICSA,
Aviación Civil, FODESAF, Compensación Social y los CAT. Y que aún continúan.
“Es evidente que la existencia
de este descontento social creciente dio un gran aliento a la lucha contra el
Combo”, apuntó Merino, fallecido en el año 2012.
Luis Paulino Vargas, hoy
director del Centro de Investigación y Cultura y Desarrollo de la Universidad
Estatal a Distancia (UNED), también relató en la Revista Aportes: “Los
opositores éramos representados como una manga de ignorantes, retardados al
punto de ni tan siquiera poder estudiar, mucho menos entender, esas leyes. Y se
reiteraba que eran estúpidos, tanto los estudiantes de secundaria y universidad
o los sindicalistas y empleados públicos, como los catedráticos universitarios
y las gentes de las más variadas y remotas comunidades de Costa Rica” que se
opusieron al Combo del ICE.
Días después de la
conformación de la Comisión Especial Mixta se realizó el foro “Combo del ICE,
lecciones aprendidas y alcances para la sociedad civil”. Ese día Rodrigo Carazo
expresó: “Yo no creo que con el Combo dimos la batalla final; creo que falta
mucho por hacer y que para poder hacer esto, la educación es fundamental, la
participación popular alrededor de una agenda que nos lleve a nuestros
agricultores, que nos lleve a quienes combaten la minería a cielo abierto, las
exploraciones petroleras, todos aquellos que en estos momentos están sufriendo
la amenaza de una mercantilización de nuestra sociedad, de una materialización
absoluta de nuestra institucionalidad…”
Han pasado tantas cosas en estos 15 años.
Esta semana se llevaron a cabo varias actividades para
conmemorar estas luchas. Eva Carazo,
activista política y presidenta de la Federación de Estudiantes de la
Universidad de Costa Rica (FEUCR) en ese entonces, hablo en una entrevista con
Voces Nuestras de la importancia de mantener en la memoria el aprendizaje
que supuso la lucha contra el Combo.
Entrevista a Eva Carazo - Voces Nuestras
Está claro que el triunfo social del año 2000 ocurrió en
un contexto muy distinto del actual. “En la lucha contra el Combo logramos
articular una enorme diversidad de sectores de la sociedad, gente de zonas
rurales, de zonas urbanas, trabajadores del ICE, comunidades organizadas,
sector estudiantil empresarial, académico”, dijo Carazo, y agregó: “Otro aspecto
positivo que tuvo la lucha contra el Combo fue vincular la discusión con la
idea de desarrollo, el tipo de estado, el tipo de país en el que vivimos”.
“Para los movimientos populares es muy importante recordar
la historia, recordar los caminos que hemos recorrido, los aprendizajes, las
lecciones, las cosas que hemos hecho bien y las cosas que hemos hecho mal
también. Y es parte de lo que somos y tendemos a tener memorias muy cortas, a vivir
muy en lo inmediato y a olvidar que muchas de las luchas que estamos dando
tienen raíces profundas”, declaró Carazo.
![]() |
Foto: Cortesía Semanario UNIVERSIDAD |
![]() |
Foto: Cortesía Semanario UNIVERSIDAD. |
![]() |
Foto: Cortesía Semanario UNIVERSIDAD. |
![]() |
Foto: Cortesía Semanario UNIVERSIDAD. |
![]() |
Foto: Cortesía Semanario UNIVERSIDAD. |
![]() |
Foto: Cortesía Semanario UNIVERSIDAD. |