lunes, 8 de septiembre de 2014

“Trans” ticos quieren que reconozcan sus nombres

Jimena Franco participó en el Plantón Trans. Foto: Fabiola Pomareda


Por: Fabiola Pomareda/  pomaredafabiola@gmail.com

Artículo publicado originalmente en el Tico Times:

Numerosos costarricenses transgénero se enfrentan al mundo con un nombre que no es el que les dieron al nacer, y quieren que el estado les reconozca sus nombres actuales.

Karolina Malone Esquivel tiene 24 años y contó a Tico Times que empezó su transformación de hombre a mujer a los 14 años. Pero desde que salió de la secundaria le ha sido imposible conseguir trabajo.

“He dejado curriculums, he ido a todos lados y nunca me han llamado”, dijo.

Ella forma parte de la población transgénero que está exigiendo al estado costarricense que les permita el cambio de nombre.

En el país cualquier persona puede cambiarse el nombre a través de un trámite burocrático simple en el Registro Civil, siempre que se lo cambie a un nombre que corresponda con el género que se le asignó al nacer. Por esta razón las personas transgénero no pueden realizar el trámite normal y gratuito. Los que han conseguido cambiar su nombre lo han hecho pagando un alto monto a abogados privados que han interpuesto recursos en los juzgados y han llevado casos particulares a través de largos y complicados procesos judiciales.

El pasado 28 de agosto al mediodía, Esquivel llegó al frente del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) muy arreglada, con un pelo color miel con rayitos café oscuro, cuidadosamente planchado y peinado, unas largas pestañas y un maquillaje de revista. Vistiendo unos jeans y una camiseta verde, la joven participó junto a otros transgénero en el “Plantón Trans por el Derecho al nombre”, frente al edificio del TSE, por encontrarse allí el Registro Civil.

“Nos ponen barreras, porque digamos, yo me puedo poner Luis, o Carlos, o Pedro; pero, o sea, yo no me siento con un género masculino. Yo necesito un nombre femenino que vaya con mi imagen”, aclaró Esquivel.

En su cédula la joven aparece con su nombre de nacimiento en masculino, su fotografía con imagen femenina, y en el apartado “conocido como” sale su nombre, Karolina. No obstante, ese nombre no le sirve para ningún trámite o compra.

Al usar en sus documentos un nombre que no concuerda con su imagen, estas personas sufren dificultades de acceso al sistema educativo y laboral y enfrentan discriminación.

Esquivel explicó que en el trabajo, por ejemplo, los transgénero son vistos con morbo o como “indeseables”. Igualmente en el sistema educativo o en el sistema de salud.

“Cuando usted está en el seguro (Caja Costarricense del Seguro Social), por ejemplo, que la llaman durísimo, frente a todo el mundo. Todas esas cosas son humillantes para una, que se ve diferente a como se llama”, afirmó Esquivel.

“Entonces al tener un nombre precisamente no importa si usted es transexual o no. Usted se identifica como usted es. No es algo incongruente”, añadió.
 
Varias personas acudieron el pasado 28 de agosto a mostrar su apoyo a la comunidad transgénero. Foto: Fabiola Pomareda
 

El “Plantón Trans” fue convocado por la organización sin fines de lucro Transvida. Su presidenta, Dayana Hernández, declaró que tener un nombre acorde con la identidad es un derecho de todos los seres humanos y que les interesa sensibilizar a la ciudadanía de que tener un nombre propio es algo que no puede negársele a nadie.

Otra transgénero es Pamela Fernández, quien argumentó que la barrera que representa el nombre también tiene un impacto emocional, por ejemplo, ya sea en la escuela, el colegio o la universidad. “No somos llamadas como preferimos, como nos identificamos, como nos sentimos, lo que hace que nos sintamos humilladas”, explicó.

Y agregó que también tiene un impacto económico, tanto a nivel individual, como a nivel país.

“La población ´trans´ no es muy poca. Como ven, hay muchas chicas ´trans´ y chicos ´trans´ y se nos impide trabajar.

Entonces esto hace que nuestra situación económica sea mala”, comentó.

Esquivel, por su parte, dijo: “Casi todas se ven obligadas a la prostitución y esa no es una manera que la mayoría quiere. La mayoría quiere algo diferente, algo más estable, no estar aguantando frío ni corriendo peligro.

Hace tan sólo dos meses Esquivel se matriculó en una universidad capitalina, donde cursa administración  de recursos humanos. “Digo, como no me han contratado a mí, algún día yo contrataré”.

Dayana Hernández, presidenta de Transvida e incansable luchadora. Foto: Fabiola Pomareda

Según Transvida, ocho 8 personas transgénero que integran la organización solicitaron el cambio de nombre en los Tribunales de Justicia hace tres meses; pero no ha pasado nada; más bien han sido discriminados y sus casos no han avanzado.

Esquivel contó que la única manera de que el Registro Civil acceda a cambiar el nombre en la cedula es por orden de un juez, por lo que la comunidad transgénero organizada buscó la ayuda de centros jurídicos (abogados públicos). Hasta ahora éstos han llevado el caso a tribunales en Desamparados y San José y quieren llevarlo a Guadalupe, a ver en cuál de esos juzgados les beneficia la justicia.

Algunas personas ´trans´ han logrado cambiar sus nombres a través de servicios legales; pero son muy costosos.

Para Fernández, “muchas veces eso es lucro”. “Muchos abogados saben el procedimiento que hay que hacer para cambiar el nombre y lo hacen cobrándole a las chicas sumas de dinero exageradas”, denunció.

Algunos cobran alrededor de 300,000 ($560) sólo por cambiar el nombre y extra por cada juicio.

“Las que estamos aquí no lo hemos logrado; estamos luchando”, aseguró Fernández. “A los 14 años decidí ser mujer y hasta los 20 que tengo ahora no he podido llamarme como lo decidí: Pamela”.

 

 

 

 

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