domingo, 30 de noviembre de 2014

Documental El Codo del Diablo: repensar la narrativa del pasado democrático costarricense

Foto: Cortesía Producciones La Pecera y Ceibita Films


Fabiola Pomareda / pomaredafabiola@gmail.com

Este artículo fue publicado originalmente en The Tico Times:

‘El Codo del Diablo’ forces viewers to rethink narrative of Costa Rica’s democratic past


El recientemente estrenado documental histórico costarricense El Codo del Diablo, un viaje que revela parte de la historia oculta de Limón y los detalles de un terrible crimen que consternó a Costa Rica en 1948, fue premiado como mejor largometraje documental centroamericano, en el Festival Internacional de Cine en Centroamérica Ícaro.

 

El próximo lunes 1 de diciembre se exhibirá a las 8:30 pm en el Cine Magaly.

 

El largometraje documental narra la historia de Setico, un niño de 12 años que toma un tren desde Limón a San José en busca de su padre, uno de seis prisioneros políticos que fueron asesinados en un siniestro lugar por donde transcurría sinuoso el ferrocarril que comunicaba San José con el Atlántico.

 

La noche del 19 de diciembre de 1948, seis presos políticos de Limón fueron ejecutados a sangre fría por un grupo de militares en ese punto conocido como el Codo del Diablo. El hecho se dio después de la Guerra del 48, durante el gobierno de la Junta, dirigida por José Figueres Ferrer.

 

En ese momento los asesinos presentaron una débil coartada y si bien el crimen se investigó y se condenó a quienes lo ejecutaron, ninguno cumplió su condena. Todos fueron ayudados a escapar del país por las autoridades y se ha sugerido que nunca se quiso investigar el papel que habrían jugado altas personalidades políticas como Gonzalo Facio y Edgar Cardona.

 

El documental, dirigido por los hermanos Antonio y Ernesto Jara, se centra en el drama humano que vivieron los familiares de las víctimas, especialmente esposas e hijos, y quienes han preservado la memoria histórica de estos hechos.

 

Aquí se puede ver el tráiler:

Trailer El Codo del Diablo from Ceibita Films on Vimeo.


Se filmó en la ciudad de Limón, en Cieneguita, Siquirres, Estrada y el puente sobre el río Matina y fue producido por Producciones La Pecera y Ceibita Films, con un equipo de producción integrado por Alejo Crisóstomo, Kattia González, Clea Eppelin y Marcela Esquivel, entre otros.
 
Contó con el apoyo del Centro Cultural de España, el fondo Cinergia, el programa Proartes del Teatro Melico Salazar y del programa Ibermedia.
 
A continuación un extracto de la entrevista con el historiador Antonio Jara.

El historiador Antonio Jara, en las inmediaciones de la Universidad de Costa Rica (UCR). Foto: Fabiola Pomareda
 

¿Por qué se dice que es una historia oculta?

“Es una historia oculta en el sentido de que no forma parte de lo que oficialmente se recuerda cuando nos hablan de los procesos  que se vivieron en Costa Rica a mediados de siglo, principalmente lo que fue la Guerra Civil.

Primero, la Guerra Civil es un proceso político complicado y hay una visión a veces un poco simplista de lo que ahí estaba en juego. La opinión pública lo ve como una guerra en la que se luchó por las elecciones y una vez que acabó se estableció el sistema democrático y se abolió el ejército y ya el país entró en una etapa de estabilidad. Y esto es un crimen que de alguna manera cuestiona esa visión porque sucede ocho meses después de terminada la guerra, cuando nominalmente el ejército no existía y tenemos un caso de violencia política cometido por militares. Y no sólo es cometido por militares sino que gran parte de su argumento de defensa es precisamente que ellos son militares, estaban siguiendo órdenes, debían estar cubiertos por el fuero militar y que una corte no los puede juzgar.

Ese primer elemento que como que no calza fue lo que primero me llamó la atención del caso, antes de pensar en hacer un documental”.

¿Cómo llegó a esta historia?

“Yo di con esta historia por primera vez con un trabajo cuando estaba en la Maestría aquí en la Universidad, a partir del expediente judicial. Entonces escribí un artículo. Eso fue hace muchos años y a partir de ahí quedó el interés. Yo lo comentaba con mi hermano, que se dedica a hacer videos, que yo creía que ahí había una buena historia para hacer algo más audiovisual”.

¿Cómo fue el proceso de encontrar a los familiares de las víctimas que compartieron su testimonio?

“De alguna manera la memoria oficial había borrado a estas víctimas y la memoria de la izquierda militante los había convertido en un símbolo de algo más colectivo. Pero todavía había un faltante. Las personas. Estas seis personas que murieron. ¿Quiénes eran? ¿Quiénes recordaban sus vidas? ¿De dónde venían? ¿Qué habían hecho?

Cuando empezamos el proceso de asesoría para el documental con Everardo González, un documentalista mexicano que ha hecho unos trabajos bien interesantes, él nos decía: 'Bueno, ustedes tienen que ir a buscar quiénes son sus personajes. Quienes son los que pueden contar esta historia. Vayan a Limón, ¿quién recuerda esto? ' y empezamos a salirnos de los libros y de los documentos judiciales y a ir a los lugares.

Nos encontramos primero con la familia de Octavio Saénz y uno de ellos que tiene un programa de radio en Limón había entrevistado a Federico Picado y dimos finalmente con Federico Picado y como es Costa Rica, todo empieza a conectarse y al final la gente se conoce por muchas vías y pudimos ubicar a descendientes de todas las victimas poco a poco. Hemos encontrado familiares de todas las víctimas”.

¿En qué momento sintió que esta era una historia que contarla a como diera lugar?

“Creo que cuando encontramos a los familiares, además de lo que ellos nos podían hablar de sus papás, eran ellos mismos, sus voces, sus rostros, gente que había guardado una experiencia que los marcó de niños y hasta ahora sentía que la podía contar. De repente eso nos conmovía a nosotros mismos y ojalá eso se transmita en el documental; y eso es lo que nos impulsó a mostrarlo”.

¿Cuánto tiempo duró el proceso?

“Hubo una investigación del  expediente judicial que yo hice hace años que nada más sembró ahí la duda. Pero ya desde que empezamos a tratar de escribir este guión tienen que ser ya casi tres años, desde los primeros intentos”.

Foto: Cortesía Producciones La Pecera y Ceibita Films


¿Qué anécdotas de la filmación puede compartir?
“Al puro inicio de la investigación nosotros teníamos la intención de ir a buscar el lugar. Ya el tren no hace el recorrido; pero el lugar del Codo del Diablo es conocido, incluso por gente que no conoce el crimen. Lo conoce la gente que se acuerda del trayecto del ferrocarril. Era un punto de referencia porque era una curva muy pronunciada, las ruedas del tren chillaban y estaba el río aquí abajo.
Nos contactamos con Freddy Menéndez, que es militante de Vanguardia Popular y vive ahorita en Bataan. En los años setenta fue un dirigente importante de la zona y con él nos fuimos. Ahí no sólo está el tema de que Limón es una zona difícil, que tiene muchos problemas sociales y económicos. Ese mismo día estábamos yendo con nuestro equipito de filmación, que tampoco es súper grande, por la línea del tren y había varios grupos de gente que se estaban robando rieles de tren, cargándolos. Freddy sacó su gran machete llamado La Conga, así nada más para impresionar. Freddy tiene como 70 años pero es un tipo grande y nos sirvió, no sólo de guía, sino también de carta de presentación para no parecer tan indefensos.
Lo que sí nos impresionó fue que a medida que nos íbamos acercando, la línea del tren en realidad ha ido desapareciendo, no sólo porque se la han robado sino porque el mismo río se ha ido comiendo parte de la montaña. Ahorita mismo hay la construcción de una represa que ya inundó bastante de eso. En ese momento nos llamó mucho la atención que un hecho que fue muy importante en su momento, incluso fue un escándalo, desaparece y ahora el mismo lugar físico desaparece también”.
¿Qué barreras tuvieron?
“Pues algunos de los familiares prefirieron no hablar, no querían personalmente hablar del asunto. Y por otro lado, había un par de materiales de archivo que nos hubiera gustado poder usar, que por cuestiones de permiso no se pudo. Había un discurso de Óscar Arias del 88, que cerraba muy bien algo que queríamos decir sobre cómo recordábamos este periodo. Nos hubiera gustado usarlo, era un discurso muy bueno donde decía que en Costa Rica, desde el 48 ninguna mujer tuvo que llorar a su hijo por culpa de un soldado con botas, que nadie fue a la cárcel por lo que pensaba, que nunca nadie tuvo que salir del país por persecución política y lo que nos estaba contando esta gente era que varios de ellos tuvieron que salir del país después del crimen. Los padres de algunos de ellos estuvieron presos por haber tenido una militancia comunista y la denuncia principal la hacen las madres de los que murieron y sus testimonios están ahí en el documento judicial”.
¿Por qué en el país se hace tanto énfasis en la abolición del ejército y se niega este tipo de violencia política?
“Yo creo que es una manera un poco triunfal de plantear el asunto. De entrada estoy totalmente a favor de la abolición del ejército. Creo que a la larga ha sido un elemento importantísimo para el desarrollo político e institucional de Costa Rica, que no por eso es perfecto; tiene otro montón de problemas, pero sí es un elemento importante. Sin embargo, creo que tal vez se ha constituido en una narrativa un poco heroica. El triunfo de [José] Figueres viene acompañado por la democratización y la desmilitarización y entonces cualquier elemento que de alguna manera no calza con esa visión, es mejor bajarle el volumen o decir 'no fue importante'. Incluso hay formas de normalizar la violencia, decir 'bueno, es que fue una época complicada' o 'a saber en qué andaba metida esta gente', o 'no, es que esta gente allá en Limón eran muy violentos', casi que convertirlo en un hecho extraordinario y esa es una manera fácil de evitar cuestionar qué era lo que estaba pasando en ese momento.
La abolición del ejército fue un proceso político que tuvo un costo, en el que se marginó y se expulsó de la arena política a un grupo importante de gente. Esa separación de la política de las organizaciones de trabajadores y partidos de izquierda se hizo de una manera arbitraria y violenta y marcó la cancha del espacio político de Costa Rica por muchas décadas después. Es decir, el anticomunismo se vuelve parte de cómo se ve la política en Costa Rica”.
Documental El Codo del Diablo

Lunes 1 de diciembre
8:30 pm
Cine Magaly
https://www.facebook.com/elcododeldiablo

 

 

 

 





 

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